El Teatro Nacional Cervantes fue distinguido por la Asociación Nacional de Amigos de los Teatros Históricos de España (AMIThE) con el XVII Premio Internacional “Gregorio Arcos” a la conservación del patrimonio teatral.
Asimismo, la Asociación Nacional de Amigos de los Teatros Históricos de España (AMIThE) le otorgará al Teatro Nacional Cervantes el XVII Premio Internacional “Gregorio Arcos” a la conservación del patrimonio teatral. A la vez, este reconocimiento es un galardón único en su género en España y singular a también nivel mundial, que se originó en recuerdo del patriarca de la cuchillería en Albacete, Gregorio Arcos, para distinguir una acción institucional o personal de protección del patrimonio teatral español.
Por otra parte, entre los argumentos del premio, la AMIThE reconoce “su extraordinaria conservación y belleza” y su vinculación con la cultura de España, ya que fue inaugurado por la gran actriz española María Guerrero y su marido, Fernando Díaz de Mendoza hace más de 100 años. De esta manera, el Teatro Nacional Cervantes recibirá este reconocimiento a 101 años desde su creación.
Asimismo, en las anteriores ediciones recibieron esta distinción el Teatro Pérez Galdós de las Palmas de Gran Canaria (2021); el Teatro Montaslvo de Cerderilla (2019); el Teatro Real de Madrid (2018); el Teatro Calderón de Madrid (2017); la Asociación del Teatro Victoria de Hellín (2016) y el Diario ABC (2014) entre otros notables edificios. A la vez, los premios se entregarán en la gala del próximo sábado a las 19 horas en el Teatro Circo de Albacete de España.
En tanto, la actriz, directora y empresaria teatral española María Ana de Jesús Guerrero Torija, conocida como María Guerrero (1867-1928), soñó con dirigir y actuar en un teatro esplendoroso. Le solicitaba a su padre que por favor comprase el Teatro de Madrid, pero no tuvo éxito. Luego cuando se casó con Fernando Díaz de Mendoza, otro amante de las artes escénicas, pudo concretar ese deseo de construir un espacio original y bello por donde se lo admire. Y fue así que lo construyeron en la ciudad de Buenos Aires.
A la vez, inspirada en la arquitectura de la Universidad de Alcalá de Henares (construida entre 1514 y 1533), cada sitio de España se puso a trabajar y embarcaron azulejos, telones, maderas y mármoles. Asimismo, diez ciudades y setecientas personas trabajaron en este proyecto. Lo que se deseaba alcanzar era reproducir un estilo renacentista y copiar la mayor cantidad de modelos clásicos que existían en diferentes edificios de España.
Asimismo, permaneciendo en un pequeño sector de aquel edificio en obra, invirtieron todos sus ahorros, préstamos y aportes voluntarios de los prestigiosos círculos sociales, financieros y artísticos de Buenos Aires. Por otra parte, el matrimonio Guerrero y Díaz de Mendoza – junto con sus tres hijos Fernando, Carlos y María, que también eran parte de la compañía – levantaron el teatro al que denominaron Teatro Cervantes, en homenaje al mentor del ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha.
Por otra parte, en el año 1918 fue cuando el matrimonio le encargó a los arquitectos Aranda y Repetto la construcción del Teatro, en un terreno situado en la esquina de Libertad y Córdoba. Querían que fuera “no sólo una sala de espectáculos, sino un monumento de belleza a la gloria del arte español, una síntesis del solar de la raza”. La construcción inició en 1920; y la majestuosa fiesta de inauguración, exactamente hace cien años: el 5 de septiembre de 1921.
A la vez, la sala principal se creó para que sea el corazón del teatro. Posee el diseño del teatro clásico en forma de herradura y hoy día una capacidad para 870 espectadores en total, distribuidos en una platea para 400 personas y cinco niveles alternando palcos bajos, balcón y altos, la tertulia, el paraíso y la barra. El corazón actualmente se llama Sala María Guerrero.
Por otra parte, el 5 de septiembre se llevó adelante la gran fiesta de inauguración del Teatro Cervantes y fue tapa de todos los diarios de la época. Asimismo, el evento representó un gran acontecimiento cultural y social que convocó a los artistas, intelectuales y políticos más influyentes de la época.
Las palabras de apertura estuvieron a cargo de Fernando Díaz de Mendoza, quien leyó los versos del autor español Eduardo Marquina: “Nuestro hijo vive, desde este momento, por vosotros; palpitáis en sus entrañas; le dais con el alma, el sentimiento: oíd, en lo que callamos, lo que hemos de decir… Vive él; los que lo soñamos ya no podemos morir”.
La fiesta duró dos días, ya la noche anterior “los fundadores ofrecieron una fiesta de beneficencia en la sala, organizada por las damas de la sociedad porteña; té y baile que se prolongó hasta pasadas las 21 horas, con la platea elevada al nivel del escenario” cuenta la historiadora Beatriz Seibel en su libro «Historia del Teatro Nacional Cervantes (1921-2010)».
Asimismo, «La dama boba», de Lope de Vega, interpretada por la mismísima María Guerrero, constituyó la primera obra con que se abrió el telón. La actriz y directora la escogió porque aquel libreto la había acompañado en los momentos más importantes de su vida.
Al mismo tiempo, desde que abrió las puertas hasta 1926, el Teatro representó puro esplendor. Poseía un repertorio que incluía autores españoles, europeos clásicos y contemporáneos, como también obras de autores locales. A la vez, participaban compañías inglesa, francesas, rusas, alemanas, italianas que completaban las salas con puestas en escena de obras dramáticas, sinfónicas clásicas, festivales a beneficios, conciertos con coros, orquesta, y baile de cierre. Aparte, los conciertos de música clásica eran transmitidos por radio, la novedad tecnológica de esa época.
Paralelamente, la programación del Teatro Cervantes era parecido a la de otras salas de prestigio dedicadas al teatro europeo, como el Odeón, donde actuara durante muchas temporadas María Guerrero. Por otra parte, desde 1920 se produce el florecimiento del teatro nacional, en que las compañías locales comienzan sus primeras giras por Europa y Latinoamérica.
Asimismo, la compañía María Guerrero-Díaz de Mendoza no solo estaba a cargo de la logística del teatro sino que también estrenaba sus obras, sobre todo durante los primeros tres años, ya que a finales de 1925 se desataba una crisis económica complicada. Desde 1925 a 1927, solo dos compañías nacionales actúan en el Cervantes.
A la vez, los costos elevados de mantenimiento y la falta de habilidad para la administración de Fernando Díaz de Mendoza desenvocaron en un alto endeudamiento. En 1926, cuando la deuda alcanzó una suma millonaria, el matrimonio se vio obligado a rematar el edificio en una subasta pública.
Por otra parte, la prensa del momento anticipaba que el Cervantes se transformaría en un casino y cabaret. Asimismo, entre los amigos de María y Fernando se destacaba el autor argentino Enrique García Velloso que, en ese momento, tenía el cargo de vicedirector del Conservatorio. Confundido por los rumores, García Velloso intervino y determinó la posibilidad de convertir el Cervantes en sede del teatro oficial.
«Todos ustedes conocen esta soberbia casa de arte y todos están al cabo de las desventuras financieras que, desde antes de su terminación, pesaron sobre sus ilustres iniciadores y propietarios (…) El Teatro Cervantes está perdido para ellos. De un momento a otro se producirá el ‘crack’ definitivo y pensando dolorosamente que el magnífico teatro pase a manos mercenarias, aconsejo al gobierno nacional su rápida adquisición y su entrega a la Comisión de Bellas Artes».
A la vez, esta sugerencia fue apoyada por artistas y personas relacionadas al teatro quienes solicitaron una audiencia con el presidente de la Nación Marcelo T. de Alvear para promover la adquisición del Teatro por parte del gobierno.
Finalmente, día 16 de julio de 1926, el Banco Hipotecario Nacional vende en pública subasta el Teatro Cervantes y el teatro es adquirido por el Banco Nación. Hasta que el Congreso aprueba el contrato de compra del Teatro Cervantes, el Banco Nación otorga en arrendamiento el teatro por cinco años al gobierno. Desde ese entonces en el Cervantes se desarrollan todas las clases del Conservatorio Nacional, de música, danza y arte escénico. Asimismo, en el año 1932 el Estado cancela la deuda al Banco Nación por la compra del Teatro Cervantes. En tanto, el Cervantes se convierte en propiedad de todos los ciudadanos.