El icónico edificio de patrimonio histórico fue renovado y se encuentra parcialmente equipado con mobiliario que perteneció al Hotel Plaza para su pronta reapertura
En tanto, en un país que daba sus primeros pasos, se fundó en 1888 el ex Jardín Zoológico de Buenos Aires dentro de los límites de la Capital Federal. Icónico, recibió millones de visitas hasta su definitivo cierre en 2016 cuando empezaron los planes para convertirse en Ecoparque.
Asimismo, a lo largo de los 128 años que se encontró abierto, funcionaron en él distintas propuestas de entretenimiento y servicios. En tanto, una de ellas fue la confitería Pabellón El Águila, cuya trascendencia le brindó al inmueble en el que estaba ubicado el título de patrimonio histórico.
“Fue una de las primeras confiterías de Buenos Aires en abrir, cuando la calle Sarmiento todavía no estaba desarrollada y al café lo entraban con carruajes por la parte trasera del predio”, recuerda la escena Pedro Díaz Flores, accionista y director del grupo gastronómico Abridor que posee panaderías, pizzerías, restaurantes, entre otras propuestas en Ciudad de Buenos Aires, y es la empresa que se encuentra a cargo del nuevo emprendimiento y la recuperación del edificio.
Por otro lado, el edificio donde se encontraba la confitería dejó atrás el aroma a café y exploró nuevas funciones. Asimismo, el inmueble pasó a ser el restaurante del zoológico, más adelante estuvo abandonado por un tiempo y en los últimos años fue el Centro de Arte y Naturaleza, administrado por la Universidad de Tres de Febrero.
A la vez, en dos meses, volverá a sus inicios y reabrirá como “Águila Pabellón”, un nuevo restaurante que se agrega a la amplia oferta gastronómica de Palermo. “Habrá un cafetín porteño en el primer sector del edificio como para homenajear a la confitería que supo estar, pero el fuerte de la propuesta es el restaurante”, indica Díaz Flores.
Aparte de recuperar la función que supo servir, el grupo Abridor invirtió el orden del nombre original (Pabellón El Águila por Águila Pabellón) para rendirle tributo a la historia del sitio.
Cómo fue la transformación hacia su recuperación
En el año 2019, el Ministerio de Economía y Finanzas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires había informado acerca de la vigencia de la licitación pública para la concesión del edificio palermitano por 15 años. Sin embargo, el grupo que lo tomó consensuó su permanencia por una década más.
Asimismo, con una inversión de $700 millones, se renovó el edificio por dentro y por fuera. “Estaba en muy mal estado así que lo restauramos completamente; desde la fachada hasta la parte interna y las terrazas con vista al jardín arbolado, respetando el patrimonio y la construcción existente”, comenta Díaz Flores, quien opina que la nueva cara posee un “upgrade desde el mobiliario” que le otorga al edificio un tono distinguido.
Por otra parte, el trabajo de arquitectura, diseño, interiorismo, restauración y puesta en valor se encuentra a cargo de la arquitecta Diana Lisman, quien forma parte del equipo de Abridor y es quien lleva adelante todos sus proyectos.
Asimismo, el inmueble de 562 m² construidos con estilo Art Nouveau contará con plazas de sitting para 325 personas entre las dos plantas del interior y las terrazas de la planta baja y el primer piso.
En tanto, si bien le quedan dos semanas de obra pendientes, las mesas ya se encuentran armadas y esperan con ansiedad la apertura de sus puertas y el bullicio de sus futuros comensales.
“El restaurante va a tener dos lugares privados. Por un lado, una cava en el subsuelo con paredes revestidas en laja en la que se puede hacer una reserva para cuatro personas. Por el otro, un salón en el primer piso para 12 comensales con baño y servicio propio”, afirma Díaz Flores.
En tanto, el director del grupo gastronómico indica que la planta alta se encuentra decorada con una boiserie (revestimiento), mobiliario y espejos que compraron en uno de los remates que efectuó el Hotel Plaza.