Debido a la celebración por el centenario del Museo Fernández Blanco durante el año 2022 se reabrió la sede original con la inauguración de su Salón Dorado y una transformada Sala de pintura y platería criolla.
Durante el año del Centenario del Museo Fernández Blanco, la sede que dio origen a su historia reabrió nuevamente las puertas al público para mostrar las colecciones de arte de los siglos XIX y XX del acervo.
Mediante sus ya conocidas cuatro salas de muñecas y juguetes antiguos donadas por las hermanas Castellano Fotheringham y abiertas en 2014; y el salón comedor y las salas dedicadas a la colección de indumentaria y accesorios, abanicos y fotografía estereoscópica inaugurados en 2019; los visitantes pueden a la vez, conocer las valiosas piezas patrimoniales del museo que permiten recrear el mundo del Romanticismo y la Bélle Époque en Ciudad de Buenos Aires.
Asimismo, se presentó una transformada sala de platería y pintura y la completa restauración y puesta en valor del Salón Dorado, sitio privilegiado de la casa, que antes funcionaba como salón de música y ahora expone instrumentos musicales que hasta el momento habían sido guardados en los depósitos. A la vez, en este salón se efectuaron trabajos de yesería artísticas en paredes, dorado a la hoja sobre apliques de yeso, pintura artística y marquetería de pisos. Por otra parte se renovaron la marmolería del Hall de Acceso y los pisos de madera del Hall distribuidor y el sector de boletería.
Su historia
En septiembre de 1921 Isaac Fernández Blanco, con su firma, convirtió su casa museo privado en el barrio de Congreso y las colecciones de arte e instrumentos musicales que había formado y guardado durante gran parte de su vida, en patrimonio de toda la comunidad.
Así, en enero de 1922 la donación fue aceptada por el intendente Juan Barneche y el 25 de mayo se llevó a cabo la inauguración formal como Museo Público. Luego llegó el legado de Martín Noel y más tarde, el de varios otros coleccionistas.
Por otra parte, Isaac Fernández Blanco denominó Salón Dorado a la habitación de su casa destinada tanto a la práctica musical como a la exposición de su colección de instrumentos de cuerdas notables. Por otro lado, reunió allí los mejores ejemplares de la luthería clásica italiana, producidos entre el siglo XVII y XVIII, entre los que se destacaba un violín Guarnerius de 1732 así como los realizados en Argentina por Camilo Mandelli, desde 1908, el primer luthier del Teatro Colón. Así en 1922 su casa se convirtió en un museo público, el Salón Dorado conservó su idiosincrasia original como espacio reservado a presentar su colección de colecciones y así permaneció hasta que los instrumentos fueron trasladados al Teatro Colón en el año 1948.
Más tarde, sesenta años después, los violines y las violas volvieron al museo para comenzar su proceso de restauración y recuperar su sonido. En tanto, se inauguró una sala dedicada a su exhibición en el Palacio Noel y hoy, como cierre y luego de dos años de trabajos de restauración, le llegó el tiempo de recobrar su esplendor al Salón Dorado en la Casa Fernández Blanco, para que otras de estas joyas musicales pudieran resaltar.