El petit hotel representa un gran valor arquitectónico de 1908, por primera vez, el propietario de este inmueble de estilo liberty, ubicado en Suipacha al 900, abrió sus puertas para una visita.
Es una residencia privada que parece extraída de un cuento y se ubica entre los diferentes edificios del microcentro de la ciudad de Buenos Aires. Un valor arquitectónico ubicado en Suipacha al 900, en el barrio porteño de Retiro.
La fachada es una obra de elegancia: un crisol de flores, angelitos, variados rostros femeninos y guirnaldas que representan el estilo Liberty Milanés aquí en Ciudad de Buenos Aires.
El inmueble fue realizado por el arquitecto Bernardo Milli en 1908. Su estampa quedó grabada en la placa de granito rosa de la fachada. Por otro lado, las imponentes puertas de roble y hierro no crean un aura de prestigio alrededor de esta obra considerada Patrimonio Histórico de la Ciudad de Buenos Aires. “Ignoramos quiénes habitaron en ella, y no entendemos cómo alguna vez pudo haber sido vendida, porque de la puerta para adentro se debe ingresar no a una casa, sino a un cuento de hadas”, explicó el especialista en patrimonio Enrique Espina Rawson.
Por otra parte, el propietario abrió las puertas para poder visitar el Petit Hotel que tanto anhelo genera entre los especialistas y también en el público en general. Javier Barros, el dueño de Suipacha 940, comenta que obtuvo el inmueble en el 2018 para establecer un centro de neurociencias, Neurocare, hoy día en funcionamiento. Según dice la escritura, fue la familia Meneguzzi quien decidió construir esta obra como vivienda para habitar. Así lo hizo al estilo de los petit hotels europeos de los siglos XVIII y XIX, una clase de residencias urbanas de la alta burguesía. Vivieron allí hasta 1990, en el momento en que se la vendieron a Osvaldo Victorino Filipponi quien estableció allí un centro odontológico hasta que ocasionalmente llegó a las manos de Barros.
“Me encantan los petit hotels, por eso la compré. Dejamos todo como era originalmente, respetamos el estilo y simplemente hicimos pequeñas refacciones como ser pintar o poner en valor los ascensores”, comenta Barros. La escalera se encuentra cubierta con mármol arabescato que dirige al piano nobile donde existe una elegante recepción con arañas, pisos de roble Eslavonia y cedro junto a boiserie y molduras decorativas en los altos techos. Esto se replica en todo el hotel, que sin lugar a dudas se encuentra en perfecto estado de conservación.
La residencia, situada sobre una peatonal a poca distancia de la Plaza San Martín, cuenta con casi 600 metros cuadrados. En hotel posee 20 ambientes y cinco baños. Se extiende en cuatro plantas, posee doble circulación, cuenta con una escalera de madera, escalera de servicio y ascensor. Es luminosa, posee un patio interno, una terraza donde se encuentra la cúpula de hierro negro y, a la vez, en uno de sus pisos existe una gran claraboya de vitrales que antaño estaba oculta y que fue lustrada. Según describen las leyes, sólo se puede reformar el interior del edificio. Aunque, en forma contraria a lo que sucede en varios casos donde se destruye el interior y se preserva la fachada, Barros, decidió conservarlo en forma íntegra.
Aún así el hotel no estuvo ajeno al peligro que presentan este tipo de construcciones en relación al avance de novedosas torres de oficinas, hoy en gran parte vacías: “Hace un par de años empezaron a construir al lado y se nos rajaron las paredes, hubo humedad, vibraciones y hasta riesgo de derrumbe. Por suerte luego vinieron y repararon los daños”, comenta Barros. Por otra parte, se espera que no pase lo mismo en el clateral de la vivienda que da sobre Paraguay donde todavía existe espacio para poder construir arriba.
La mayor cantidad de objetos decorativos de la fachada junto a la balconería en hierro negro la transforman en una verdadera obra de arte, adornada por el granito rosa de su base. Según el experto en art noveau, Iván Malesani, la edificación se inscribe en la corriente de liberty: “Con este nombre se conoce en Italia a la primera vanguardia de la arquitectura del Siglo XX que llamamos generalmente Art Nouveau. Procede esta denominación de los almacenes londinenses Liberty & Co que suministraban objetos pertenecientes a este movimiento a Italia”, advierte en referencia con este estilo también denominado Floreale.
En lo que refiere a sus características, representa el primer movimiento internacional de quiebre con los estilos academicista e historicista imperantes en la Europa del siglo XIX. “Está inspirado en las formas de la naturaleza y el uso profuso de sus elementos”, comenta Malesani, vicepresidente de la Asociación Argentina de Art Noveau. Ello se observa en las fachadas ornamentadas con animales, plantas y flores, en el arte japonés, identificándose con la línea curva, la asimetría, la exuberancia, la voluptuosidad, el valor expresivo de la vegetación, la organicidad, liberando una gran libertad, belleza y cierta gestualidad en las manifestaciones femeninas, donde se pueden aprecian aptitudes suaves y gráciles como a la vez sugerentes, con una inspiración generosa de las ondulaciones en los cabellos y los pliegues de la indumentaria.
Asimismo, el liberty ingresa de la mano de arquitectos formados en Europa. Entre ellos se puede nombrar Virgilio Colombo con Casa Calise. Alejandro Machado, quien estudia la arquitectura urbana, apreció en la Ciudad de Buenos Aires 19 obras del destacado Bernardo Milli.
El petit hotel posee además un subsuelo con la numeración 936 donde se encontraban las dependencias de las empleadas domésticas del edificio. Posee otro dueño, está clausurado y en venta como local comercial apto para colocar un bar. Asimismo, hasta hace poco tiempo allí se encontraba un prostíbulo.